La
semana pasada hablamos sobre la economía de fichas, podéis volver a verlo
pinchando aquí, pero
dejamos un poco en el aire un aspecto importante, EL REFUERZO. Lo dejamos un poco de lado, porque este tema merece
una entrada entera, ya que debemos tener cuidado con: qué reforzamos, cómo
reforzamos, y cuánto reforzamos.
¿Qué tipos de reforzadores podemos usar?
¿Cómo los elegimos?
Mi
opinión es que cada reforzador es útil en algún momento, pero no hay que
abusar, sobre todo de algunos como del aspecto material. Ya que estos requieren
dinero que podemos no tener, o aunque tengamos, la vida puede dar muchas
vueltas. Mi recomendación es que los vayáis turnando, y que uséis más los de
actividad o sociales. ¿Por qué no usar como refuerzo nuestra atención? ¿Pasar
un tiempo juntos? A parte de reforzar la conducta que queremos instaurar,
podemos reforzar nuestra relación y la afectividad y seguridad que siente el
niño. No hemos hablado del apego, y de cómo se relaciona este con la seguridad
que siente el niño, pero no os preocupéis, hablaremos de este tema más
adelante.
Sin
embargo, cuando vayamos a reforzar alguna conducta, debemos pensar en nuestro
hijo. Sabiendo sus intereses y el
esfuerzo que tiene que poner en la conducta a realizar, deberemos elegir
una recompensa u otra. Sobre todo, pensar en sus intereses, ya que a nosotros
nos puede hacer mucha ilusión ir a la playa, y a lo mejor él prefiere pasar el
día en el campo.
¿Cuánto tenemos que reforzar?
Este es
otro tema a tener en cuenta. Cuando usamos la economía de fichas debemos marcar
los reforzadores y el objetivo que debe cumplir para conseguirlos. Por ejemplo:
si un niño NUNCA realiza la acción que queremos, no podemos esperar a
darle el reforzador hasta que lo haga todos los días, porque nunca se lo
daremos. Debemos empezar poco a poco, por ejemplo, marcarnos un objetivo de dos
veces por semana. Poco a poco aumentaremos este objetivo a medida que el niño
lo vaya consiguiendo. Pero, el reforzador no aumenta. Es decir, lo que tenemos
que hacer es hacer que el niño deje de esperar ese reforzador, o que le cueste
más conseguirlo, hasta que poco a poco, no lo necesite y realice la conducta
como un hábito.
El
objetivo no es que el niño haga cualquier conducta por el refuerzo que le vamos
a dar, sino que al final realice la conducta por costumbre, y porque piense que
es lo correcto.
¡Sabéis
a que ayuda también el refuerzo positivo? A aumentar la autoestima del niño. El
darle una palmadita, un beso, una caricia, un abrazo… (no solo significa
comprarle juguetes o chuches), ayuda a que el niño sienta que es capaz de hacer
cosas buenas, y que él también hace cosas bien. Yo creo que muchas veces solo
les recalcamos lo que hacen mal, lo que no deben hacer, y nos olvidamos de
aquellas pequeñas cosas que son las que de verdad nos ayudan a avanzar.
Reflexion de hoy… ¿Os habéis parado a pensar en
que muchas veces solo vemos la parte negativa? ¿No pensáis que estamos más
acostumbrados a que nos machaquen que a que nos valoren? ¿Por qué no intentamos
cambiar esto? ¿Qué tipo de reforzadores usáis más? ¿Hay alguno que evitéis? ¿Por
qué?
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