lunes, 16 de marzo de 2015

Refuerzo positivo

La semana pasada hablamos sobre la economía de fichas, podéis volver a verlo pinchando aquí, pero dejamos un poco en el aire un aspecto importante, EL REFUERZO. Lo dejamos un poco de lado, porque este tema merece una entrada entera, ya que debemos tener cuidado con: qué reforzamos, cómo reforzamos, y cuánto reforzamos.



¿Qué tipos de reforzadores podemos usar?



¿Cómo los elegimos?

Mi opinión es que cada reforzador es útil en algún momento, pero no hay que abusar, sobre todo de algunos como del aspecto material. Ya que estos requieren dinero que podemos no tener, o aunque tengamos, la vida puede dar muchas vueltas. Mi recomendación es que los vayáis turnando, y que uséis más los de actividad o sociales. ¿Por qué no usar como refuerzo nuestra atención? ¿Pasar un tiempo juntos? A parte de reforzar la conducta que queremos instaurar, podemos reforzar nuestra relación y la afectividad y seguridad que siente el niño. No hemos hablado del apego, y de cómo se relaciona este con la seguridad que siente el niño, pero no os preocupéis, hablaremos de este tema más adelante.

Sin embargo, cuando vayamos a reforzar alguna conducta, debemos pensar en nuestro hijo. Sabiendo sus intereses  y el esfuerzo que tiene que poner en la conducta a realizar, deberemos elegir una recompensa u otra. Sobre todo, pensar en sus intereses, ya que a nosotros nos puede hacer mucha ilusión ir a la playa, y a lo mejor él prefiere pasar el día en el campo.


¿Cuánto tenemos que reforzar?

Este es otro tema a tener en cuenta. Cuando usamos la economía de fichas debemos marcar los reforzadores y el objetivo que debe cumplir para conseguirlos. Por ejemplo: si un niño NUNCA realiza la acción que queremos, no podemos esperar a darle el reforzador hasta que lo haga todos los días, porque nunca se lo daremos. Debemos empezar poco a poco, por ejemplo, marcarnos un objetivo de dos veces por semana. Poco a poco aumentaremos este objetivo a medida que el niño lo vaya consiguiendo. Pero, el reforzador no aumenta. Es decir, lo que tenemos que hacer es hacer que el niño deje de esperar ese reforzador, o que le cueste más conseguirlo, hasta que poco a poco, no lo necesite y realice la conducta como un hábito.

El objetivo no es que el niño haga cualquier conducta por el refuerzo que le vamos a dar, sino que al final realice la conducta por costumbre, y porque piense que es lo correcto.

¡Sabéis a que ayuda también el refuerzo positivo? A aumentar la autoestima del niño. El darle una palmadita, un beso, una caricia, un abrazo… (no solo significa comprarle juguetes o chuches), ayuda a que el niño sienta que es capaz de hacer cosas buenas, y que él también hace cosas bien. Yo creo que muchas veces solo les recalcamos lo que hacen mal, lo que no deben hacer, y nos olvidamos de aquellas pequeñas cosas que son las que de verdad nos ayudan a avanzar. 


Reflexion de hoy… ¿Os habéis parado a pensar en que muchas veces solo vemos la parte negativa? ¿No pensáis que estamos más acostumbrados a que nos machaquen que a que nos valoren? ¿Por qué no intentamos cambiar esto? ¿Qué tipo de reforzadores usáis más? ¿Hay alguno que evitéis? ¿Por qué?

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